Ponencia para segundo debate al proyecto de ley 73 de 2004 senado - 24 de Agosto de 2005 - Gaceta del Congreso - Legislación - VLEX 451447170

Ponencia para segundo debate al proyecto de ley 73 de 2004 senado

PONENCIA PARA SEGUNDO DEBATE AL PROYECTO DE LEY 73 DE 2004 SENADO. por la cual la Nación exalta la memoria, vida y obra del filósofo antioqueño Fernando González y se declara como bien de interés público y cultural de la Nación la casa museo que lleva su nombre en el municipio de Envigado, Antioquia.

Honorables Senadores y Representantes a la Cámara:

Tengo la honrosa designación como Senador de la República, de rendir ponencia parasegundo debate al Proyecto de ley número 73 de 2004 Senado, por la cual la Nación exalta la memoria, vida y obra del filósofo antioqueño Fernando González y se declara como bien de interés público y cultural de la Nación la casa museo que lleva su nombre en el municipio de Envigado, Antioquia, presentado por el honorable Senador de la República, José Ignacio Mesa Betancur.

Sea este un especial momento en la historia de la Nación, para que el Estado colombiano a través del Congreso de la República, engrandezca aún más la cultura de nuestro país, exaltando la memoria del filósofo Fernando González Ochoa, quien dedicó su vida al cultivo de valores artísticos y filosóficos, y es reconocido nacional e internacionalmente como uno de los pensadores colombianos más importantes de todos los tiempos.

Fernando González Ochoa es considerado el más original de los filósofos colombianos y uno de los más vitales, polémicos y controvertidos escritores de su época. Se enfrentó a la mentira colombiana y sus contemporáneos no le perdonaron la franqueza con que habló. Por eso fue rechazado y olvidado. Sin embargo su verdad, que golpea y azota en sus libros, está aún tan viva, que ha cobrado vigencia con los años.

Fue un espíritu rebelde y pugnaz, pero al mismo tiempo hondamente amador de la vida y de la realidad colombiana que fustigó. Logró forjar un pensamiento filosófico a partir de nuestra idiosincrasia, utilizando un lenguaje tan propio de nuestro pueblo que le valió ser calificado de mal hablado. Fue un \"maestro de escuela\" que escandalizó y al mismo tiempo abrió derroteros hacia la autenticidad. Lo condenaron por ateo y, no obstante, fue un místico.

Escribió en una prosa limpia e innovadora \"para lectores lejanos\". Se proclamó \"maestro\" pero, según sus mismas palabras, no buscaba crear discípulos, sino solitarios. Su obra es siempre nueva, fresca y conturbadora. Y su vida fue un viaje de la rebeldía al éxtasis.

No nos equivocamos al afirmar que, lo importante para encontrarse con Fernando González no es oír hablar de él, sino hundirse en la lectura de sus obras. Para quien se acerque desprevenidamente, esa lectura será un descubrimiento. Ahí, en sus libros, hay que abrevar para encontrar un mensaje de salvadora rebeldía, de autenticidad, de vitalidad, de emoción ante la vida, de búsqueda incansable de la verdad, de sinceramiento ante uno mismo, ante los demás, ante Dios. Porque Fernando González, del que siempre se ha presentado un estereotipo de irreligioso y ateo, de pensador asistemático y contradictorio, de iconoclasta empedernido, fue un místico que viajó a la intimidad con fervor, que plasmó una filosofía con un hilo conductor desde el principio hasta el fin, un forjador de idearios para nuevas juventudes, más allá de su tiempo, más allá de él mismo. Esa fue su labor de \"maestro de escuela\", en una Colombia que no lo comprendió.

El camino de Fernando González, no era la rebeldía, sino la búsqueda de la verdad, de la autenticidad. Destruir la mentira para encontrar la verdad. Toda su obra tendrá una explicación a partir de esa actitud. Desde Pensamientos de un Viejo, que publica a los 21 años, y su Tesis de grado El derecho a no Obedecer, título rechazado por el jurado y sustituido por uno bien simple: Una tesis (1919), hasta su última obra La tragicomedia del padre Elías y Martina la Velera (1962) yCartas a Ripol, publicada en 1988, Fernando González fue eso: un maestro de escuela que enseña autenticidad y para ello todo lo destruye, porque todo es mentira. Un viaje metafísico, un viaje místico.

La realidad para él era una metáfora. No odiaba a nadie, pero fustigaba a una persona con nombre propio cuando veía en ella el símbolo de una mentira que había que destruir. Y cuando descubría en un personaje, histórico o de la cotidianidad, el emblema de una virtud o el señalamiento de un camino, lo ensalzaba hasta la exaltación. Porque fue un apasionado. Y sus pasiones desataron ira e incomprensiones. Pero lo dicho: era la pasión por proclamar la autenticidad.

Sin esta clave no es fácil entender sus libros. Su amor por Bolívar fue una proclama enardecida de la autenticidad latinoamericana. Su diatriba contra Santander, una condena sin paliativos del leguleyismo y de la falsedad de nuestra vida republicana. Su consigna de \"antioqueñizar la Gran Colombia\" fue un himno al vigor de un pueblo, y su sarcasmo frente a Santa Fe de Bogotá, un desnudamiento de los vicios del centralismo y los manejos del poder.

Y así, todos los nombres de políticos y personajes que aparecen en sus libros: Juan Vicente Gómez, a quien llamó \"Mi Compadre\" (título de una obra suya sobre el dictador venezolano y quien fue padrino de bautismo de Simón González, el mago de San Andrés), Mussolini, quien lo echó de Italia porque criticó el fascismo (ver su obra El hermafrodita dormido) y los sacerdotes de Medellín, y sus negociantes gordos del Parque de Berrío de Medellín, y los gobernantes y los tinterillos, entre otros, que no se lo perdonaron nunca.

  1. VIDA DEL FILOSOFO COLOMBIANO FERNANDO GONZALEZ OCHOA

    Nació el 24 de abril de 1895 en Envigado, Antioquia, y vivió intensos 69 años. Desde niño su espíritu original y rebelde se manifestó con ímpetu.

    Hizo sus estudios de primaria en una escuela religiosa, y luego estudió hasta quinto de bachillerato como interno en el Colegio de San Ignacio de Loyola, dirigido por los padres jesuitas, año del cual fue expulsado por sus precoces y excesivas lecturas, por transmitir sus inquietudes filosóficas a sus compañeros y por su desatención a las estrictas normas religiosas (como por ejemplo la inasistencia al tercer día de retiros espirituales, o por abstenerse de comulgar el día de la Asunción) según se desprende del informe que enviara el rector del colegio a don Daniel González, padre del muchacho.

    En 1915 Ingresa al grupo \"Los Panidas, cenáculo de locos y artistas\" organizado en Medellín el año inmediatamente anterior por León de Greiff, Ricardo Rendón, Félix Mejía Arango, Libardo Parra Toro, José Manuel Mora Vásquez, Eduardo Vasco y otros compañeros de juventud.

    Gracias a la expulsión del colegio -su marginamiento del mundo académico duraría tres años- surgió su primera obra: Pensamientos de un Viejo, que saldría a la luz pública en 1916, presagiando ya lo mucho que tendría por decir en años posteriores.

    En 1917 se graduó como bachiller en filosofía y letras de la Universidad de Antioquia, y en 1919 la misma institución le otorgó el título de abogado. Allí validó un buen número de materias gracias a sus excep-cionales dotes. Su tesis de grado \"El derecho a no obedecer\" fue censurada por las autoridades universitarias, que lo obligaron a realizarle algunos cambios, y en consecuencia la tituló simplemente \"una tesis\". Su actividad como abogado la ejerció esporádicamente como complemento a su intensa labor de escritor.

    En 1922 contrajo matrimonio con Margarita Restrepo Gaviria, mencionada a menudo en sus libros como Berenguela, en quien encontró no sólo una gran compañera sino una lectora sensible e inteligente. Cuando salió la primera edición de Viaje a Pie, escribió para ella: \"A veces creo que no eres mi cónyuge, sino mis alas\". Margarita era hija de Carlos E. Restrepo, ex Presidente de la República de Colombia, quien con el tiempo se convertiría en buen amigo y confidente de Fernando González. De esta unión hubo...

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