Proyecto de Ley 125 de 2014 Cámara
por medio de la cual se modifica el artículo 1025 del Código Civil. El Congreso de Colombia
DECRETA:
Artículo 1°. Modifíquese el artículo 1025 del Código Civil, el cual quedará así:
Artículo 1025. Indignidad sucesoral. Son indignos de suceder al difunto como heredero o legatarios:
1°. El que ha cometido el crimen de homicidio en la persona del difunto o ha intervenido en este crimen por obra o consejo, o la dejó perecer pudiendo salvarla.
2°. El que cometió atentado grave contra la vida, el honor o los bienes de la persona de cuya sucesión se trata, o de su cónyuge o de cualquiera de sus ascendientes o descendientes, con tal que dicho atentado se pruebe por sentencia ejecutoriada.
3°. El consanguíneo dentro del sexto grado inclusive que en el estado de d emencia o destitución de la persona de cuya sucesión se trata, no la socorrió pudiendo.
4°. El que por fuerza o dolo obtuvo alguna disposición testamentaria del difunto o le impidió testar.
5°. El que dolosamente ha detenido u ocultado un testamento del difunto, presumiéndose dolo por el mero hecho de la detención u ocultación.
6°. El que abandonó sin justa causa a la persona de cuya sucesión se trata, estando obligado por ley a suministrarle alimentos, a menos que el causante haya perdonado dicho comportamiento. Entiéndase por abandono: la falta absoluta o temporal a las personas que requieran cuidado personal en su crianza, o que, conforme a la ley, demandan la obligación de proporcionar a su favor habitación, sustento o asistencia médica.
7°. El que hubiese sido condenado por la comisión de alguno de los delitos contemplados en el capítulo de violencia intrafamiliar sobre la persona de cuya sucesión se trata.
Artículo 2°. La presente ley rige a partir del momento de su promulgación y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
Cordialmente,
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EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
La Organización Mundial de la Salud en su Reporte Mundial sobre Violencia y Salud[1][1], define violencia como ¿el uso deliberado de la fuerza física o el poder, amenazante o efectivo, contra uno mismo, otra persona, o en contra de un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones¿. Este concepto engloba la violencia autodirigida, la violencia colectiva, y la violencia interpersonal, donde se encuentra incluida la violencia intrafamiliar.
De igual manera, según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses[2][2], la violencia intrafamiliar es toda acción u omisión cometida por algún miembro de la familia (en relación de poder), que atente contra el bienestar, la integridad física, psicológica o la libertad y el derecho al pleno desarrollo de otro miembro de la familia, indepe ndientemente del espacio físico en el que suceda el hecho. Tiene en cuenta i) el maltrato a mayores y menores de edad; ii) la violencia conyugal; iii) la violencia entre otros miembros de la familia, y vi) el abuso sexual por algún integrante de la familia.
Las secuelas y los efectos que genera la violencia intrafamiliar son ampliamente reconocidos por la comunidad internacional, quienes recientemente han puesto su empeño en la formulación de recomendaciones y políticas que prevengan este tipo de actos. Dichas consecuencias se asocian al daño físico, mental y psicológico que sufren las víctimas, además de posteriores problemas en su salud.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas[3][3], las investigaciones realizadas durante las últimas décadas concluyen que las mujeres maltratadas tienen una mayor probabilidad de sufrir desórdenes emocionales, como depresión, ansiedad, temor y estrés que pueden llevar a aumentar las tasas de suicidio. Así mismo, las consecuencias para el resto de la familia son evidentes principalmente en aquellos que tratan de proteger a la víctima, ya que la mayoría de las veces terminan siendo heridos o atacados por el perpetrador de los actos violentos.
Por otra parte, los niños que presencian escenas de maltrato en contra de sus familiares tienden a adquirir problemas de comportamiento y falta de competencias sociales, mientras que los casos más graves desembocan en crímenes serios, cometidos en edades más adultas.
Debe tenerse en cuenta que no sólo existen costos a nivel personal y familiar, sino que impactan la esfera social y económica. En la parte social, la estigmatización de las familias individuales, el aislamiento, y la dependencia económica y psicológica de grupos de apoyo o del propio gobierno son las dificultades más evidentes. En la parte financiera, grandes sumas de dinero se invierten en el funcionamiento de entidades policiales y administradoras de justicia, sistemas de salud y algunos beneficios de seguridad social, que representan un costo de oportunidad amplio para recursos que podrían utilizarse de otra ma nera si las cifras de maltrato intrafamiliar disminuyeran.
El contexto colombiano y la violencia contra el adulto mayor
Según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses[4][4], en el año 2013, en Colombia se realizaron 68.230 peritaciones por violencia intrafamiliar; con relación al año 2012 se presentó una disminución de 15.668 casos, equivalente al 18,68%.
Aunque en los últimos 2 años la violencia intrafamiliar presenta una tendencia decreciente, es importante mencionar que aún no se alcanzan los niveles del comienzo de la década, que en 2004 sumaron un total de 60.333 casos.
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De los 68.230 casos de violencia intrafamiliar, 44.743 (65,58%), correspondieron a violencia de pareja; 9.708 (14,23%) a violencia contra niños, niñas y adolescentes; 12.415 (18,20%), a violencia entre otros familiares; 1.364 (2,00%) a violencia contra el adulto mayor.
Si bien la mayor parte de los casos se encuentran relacionados con violencia de pareja y contra menores de edad, la violencia contra el adulto mayor ha mantenido una participación del total cercana al 2% durante la última década, con más de 1.000 casos reportados anualmente.
Esta cifra no es despreciable, si se tiene en cuenta que ¿según las predicciones, en el año 2025 la población mundial de 60 o más años aumentará a más del doble, de 542 millones en 1995 a cerca de 1.200 millones. El número total de personas mayores que viven en los países en desarrollo también aumentará en una proporción similar para 2025, llegando a 850 millones de personas, es decir, 12% de la población total del mundo en desarrollo, aunque en algunos países, como...
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